El año pasado se anunció a los ganadores de los Premios Nobel. Se difunden las «hazañas» de los «grandes genios», ya sean científicos o «grandes» humanistas.

Estos premios y otros similares, por ejemplo, en literatura el premio Príncipe de Asturias, en matemáticas la Medalla Fields, entre otros, dan un estatus a los individuos o instituciones que los reciben, además la mayoría de estos premios incluyen un incentivo monetario (actualmente 111 mil dólares para el Nobel).

Dadas las características anteriores, muchos intelectuales persiguen estos premios, buscan convertirse en «grandes genios». Pero ¿Qué significan realmente estos premios?

Indudablemente, muchos descubrimientos, técnicas y teorías que han sido premiados, son muy importantes para la práctica productiva y otras actividades humanas. Así, por ejemplo, se han hecho aportaciones a la medicina, a la física, entre otros. Sin embargo, no caigamos en la fantasía de los «genios de lámpara» y del mundo feliz. Veamos este tipo de premios y propaganda en su justa medida, en su desarrollo histórico y sus manifestaciones, veamos lo que son y no lo que dicen ser.

Premio a los genocidas

Desde sus inicios, el Premio Nobel, propuesto por Alfred Nobel en 1901, ha premiado las actividades bélicas. El mismo Nobel fue dueño de una empresa armamentista que tenía más de 350 años en ese rubro. Esto podría parecer casual, sin embargo, se ha otorgado el «Premio Nobel de la paz» a presidentes y expresidentes de Estados Unidos, entre otros genocidas. Por ejemplo:

Barak Obama. Invasor de Irak, ordenó ataques desde Pakistán hasta Somalia, bombardeó Libia, promovió las actividades en Guantánamo y la deportación de inmigrantes, hizo pactos con el estado genocida de Israel.

Henri Kissinger. Exsecretario de estado y exasesor de seguridad nacional gringo, quien dijera «lo ilegal lo hacemos de inmediato, lo inconstitucional se tarda un poco más». Ordenó las matanzas en Vietnam, Camboya y Laos, también fue partícipe de la operación Cóndor, estrategia del imperio gringo para dominar América Latina implantando sangrientas dictaduras a su servicio.

Shimon Peres. Cofundador y ex primer ministro del estado de Israel. Genocida, racista, promovió las purgas racistas, los bombardeos contra la franja de Gaza y Palestina, y la venta de ojivas nucleares.

El décimo cuarto Dalai Lama. Hipócrita y abiertamente racista, amigo de varios genocidas como los mencionados, de George Bush, entre otros.

Woodrow Wilson. Expresidente yanqui, invasor, envió tropas contra Cuba, Haití, República Dominicana, México y Rusia, abiertamente racista que promovió la segregación en 1913.

Estos son unos pocos ejemplos de la calaña de personajes a quienes se les ha otorgado este tipo de premios, entre otros invasores, saqueadores, genocidas, violadores y torturadores.

En literatura se premia a escritores idealistas, enajenantes y fantasiosos, o que abiertamente sustentan al sistema capitalista, la propiedad privada y la explotación, o a los escritores reaccionarios que, desde una postura privilegiada, tratan de desacreditar las luchas sociales. Ejemplo de esto son el Ruso Solzhenitsyn, quien recibiera el Premio Nobel por crear propaganda antisoviética, los escritores latinoamericanos Vargas Llosa y Octavio Paz (comprado por Salinas) quienes se alían con las burguesías nacional y extranjera, siendo en extremo reaccionarios, defendiendo al sistema capitalista con uñas y dientes. Hay muchos casos de escritores que son pagados por la CIA para esparcir la ideología dominante y mantener el control imperial sobre otros países o para crear escenarios de conflicto y preparar futuros golpes de estado en los países que osan desobedecer el mandato del imperio gringo.

Premio al genio y búsqueda de la perpetuidad de la explotación capitalista

Como mencionamos, muchas teorías y descubrimientos son muy importantes para las diferentes actividades humanas actuales. Aquí hay dos cuestiones.

Se premia al «genio», cuyas aportaciones apuntan al desarrollo de la sociedad actual o a su «mejoramiento». Pero 1) ¿Qué es un «genio»? y 2) ¿Qué tipo de sociedad es apoyada por sus aportaciones? (más aún, ¿Qué tipo de actividades se ven beneficiadas con estos «descubrimientos»?).

Para responder a la primera pregunta tenemos que analizar la sociedad actual, que si bien tiene sus particularidades locales, el modo de producción dominante es el capitalismo, así, las personas son vistas como una mercancía más, donde sus conocimientos y habilidades le dan un valor en tanto que le confieren características de «recurso» (llamado «recurso humano») a ser explotado, sacrificado por la burguesía en su búsqueda eterna de mayor ganancia, ya sea directamente en la producción o en alguna actividad que le permita una ventaja en la lucha de clases o contra otros capitalistas. Esto aplica a todas las personas, lo que hace distinto al «genio» son dos factores:

1) La separación del trabajo manual y el trabajo intelectual. En la sociedad capitalista, se desprecia el “trabajo manual”, dando mayor valor al “trabajo intelectual”. Así, por ejemplo, es más valioso el trabajo de un escritor que el trabajo de un obrero.

2) El individualismo exacerbado. Así, los avances tecnológicos y científicos, se ven como fruto de grandes mentes, de individuos aislados, iluminados por un ente sobrenatural, y no como lo son en realidad: resultado social e histórico de la actividad humana.

Respecto a la segunda pregunta, vemos que en el capitalismo, la producción se enfoca en la ganancia, en hacer crecer los capitales: producir más para tener mayor ganancia, ganar más para invertir y producir más; lo importante no es satisfacer las necesidades humanas, las cuales sólo importan en la medida que le permiten al burgués aumentar su ganancia. Al burgués no le importa el desarrollo de todos los seres humanos en todas sus capacidades, no le importa si en África mueren de hambre o si en Sonora mueren envenenados por los residuos tóxicos que sus empresas mineras vierten en los ríos. El medio ambiente parece sólo eso, algo externo y explotable, no ven la unidad indisoluble de la terna individuo-sociedad-naturaleza; así, cuando se plantean el problema de la contaminación, el calentamiento global, la deforestación, el cambio climático, entre otros, sólo piensan (si acaso) en disminuir la contaminación, en encontrar otras formas de seguir produciendo lo mismo, jamás piensan en cambiar el enfoque de la producción (que es perseguir más ganancias).

El Premio Nobel y los premios de este tipo, de hecho estratifican y separan a las clases oprimidas, promueven una ideología individualista, elitista, encubren la miseria y la explotación o proponen caridad (dar migajas a quienes el mismo sistema de explotación ha llevado a condiciones de miseria), sustentan al capitalismo y lo apoyan, proponiéndolo como el mejor sistema. El Premio Nobel es una celebración del sistema capitalista.

Nosotros, quienes luchamos por una nueva sociedad, sin explotación del hombre por el hombre, sin clases sociales, rechazamos al Premio Nobel y todos sus hermanos; más aún, estamos en contra del sistema premio-castigo, que genera personas sin principios fuertes y de morales enclenques, que no actúan por convicción sino por miedo o ambición. El ser humano es histórico y social, los caracteres fuertes y personalidades de moral alta no surgen por «herencia genética», sino que se forjan históricamente en la praxis social, el capitalismo nos permea y nos forma con sus valores retrógrados, con su individualismo exacerbado y culto a la personalidad, pero la consciencia y práctica revolucionaria nos transforma, nos impulsa a forjar el hombre nuevo, con conciencia social y de comunidad.

En la práctica existen pasos intermedios, por eso se plantea la construcción del socialismo antes que la del comunismo, como una primera etapa, y en este tránsito de una sociedad de explotación (el capitalismo) a una sociedad sin explotación (el comunismo) también debe haber una transformación del hombre mismo, de sus valores, quizá en primera instancia se tenga que pasar de estímulos materiales individuales a estímulos materiales de comunidad, para después dejarlos atrás e implementar estímulos morales, y finalmente, cuando el hombre sea el hombre nuevo, con una conciencia social desarrollada, de moral alta, una moral comunista, no serán necesarios ningún tipo de estímulos, pues será reconocido y se reconocerá en la unión dialéctica individuo-sociedad, sus derechos y obligaciones dejarán de serlo para convertirse en esta conciencia, siendo así no algo externo y ajeno, sino parte integral de un individuo completo y altamente socializado, que piensa no de forma egoísta sino siempre en beneficio de la comunidad (estructura global de la que forma parte).

La lucha contra el capitalismo se desarrolla en todos los planos, desde la base económica hasta la superestructura, es decir desde la producción de los medios de vida, hasta en el plano ideológico, en la religión, la moral, entre otras. Debemos darle batalla en todos los planos, en cada espacio sin perder de vista la estrategia general, desenmascaremos sus valores, sus mentiras, y contrapongamos los valores revolucionarios, la solidaridad, el internacionalismo proletario, una moral comunista, en la cual el hombre es un fin y no un medio.